
¿Saben qué? Se fue la luz. Sí, se fue la luz por toda mi cuadra aproximadamente a la 1 de la madrugada. Supongo que pocos nos dimos cuenta de esto en ese mismo instante, pero les juro que a mí nunca se me va a olvidar ese momento en que Goodbye Lenin! Se apagó súbitamente de la pantalla de mi televisor para darle puesto a una inmensa y asediante oscuridad. ¡Está por todos lados! Todos deben saber cómo se siente, pero creo que podría explicarlo.
Justo cuando me tumbo en mi cama a ver el final de la película –ya saben, cuando devuelven a la madre al hospital después de tener un ataque al corazón después de una catarsis extremadamente importante para la trama del film—se apagan todas las luces y me quedo postrada de cúbito abdominal sobre el colchón, pensando que habría de ser mi torpeza al hacer movimientos tan bruscos en un cuarto que se cae a pedazos. Miro el reloj, pero es en vano porque tampoco tiene corriente. Corro la cortina y veo que en el edificio vecino tampoco hay luz, en el del frente sí, en el de atrás no.
Lo único que queda encendido en mi habitación es la Mac y de inmediato pensé “No voy a quedarme sola en esta oscuridad, pero tampoco pienso despertar a mi madre…” Así que la tomé y comencé a escribir estos párrafos. Mientras los escribo pienso que debe ser estúpido escribir sobre una situación tan… peculiar. Cuando se va la luz en cualquier edificio del mundo siempre deber haber una idiota (mis disculpas a mis congéneres femeninas, hoy es uno de esos días al mes en los que detesto ser mujer) que grita como si se fuera a terminar el mundo. Es innegable que todos sentimos algo de pánico “¿Y ahora qué hacemos?”, se nos va así tan de pronto algo a lo que estamos tan habituados, me atrevo a decir que reaccionar de esa manera debe ser psicológicamente algo completamente natural y normal. Pero luego pasa el sentimiento y ponemos la mente en otra cosa.
Pero si estas en una habitación solitaria y que de noche es el lugar más oscuro y calmado de la tierra, que si no fuera por los ronquidos de tu padre ni sospecharías que estas vivo o que por lo menos lo vayas a estar por mucho tiempo. No es que yo sea paranoica, simplemente he visto demasiada televisión, pero en especial, demasiadas películas.
Imagínate en una habitación así: ¿no crees que te sentirías tan desamparado como yo me siento en este instante? (Macbook dice 01:41 a.m.) Siento miedo y tengo cólicos pre-menstruales. Ah, y tengo frío, se me congelan los pies, una de las consecuencias de vivir en la pata del Ávila.
Yo que pensaba irme a dormir luego del final de Goodbye Lenin! Pero esta oscuridad no me lo va a permitir, y tampoco los retorcijones en el vientre. Confieso que soy incapaz de ir a la cocina por un vaso de agua para zamparme dos Brugesinas (mitad Ibuprofeno, mitad Buscapina) y no es que la cocina esté al otro lado del universo, de hecho, serán unos diez o quince pasos de la cama hasta la nevera.
Bueno, creo que debo pararme, sino me moriré del dolor (porque no se imaginan los dolores que me dan). Espero que no me pase nada durante el trayecto, y si me pasa espero que alguien lea esto. Deséenme suerte. Guardar como.
Rosi.
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