it's something quite peculiar...

ENTREVISTA A UNA DIVA

Entré en un pequeño camerino, en él estaba la típica peinadora que tiene un espejo rodeado por diminutos bombillos que enceguecerían a cualquier ojo no acostumbrado a aquel resplandor; el mío, por ejemplo. A la luz cegadora debo agregarle el humo del cigarro que encendí cuando me senté junto a ella y me remedó el gesto con arrogancia. Se pasó el cigarro largo por entre sus dedos con uñas color rojo intenso en correspondencia con sus labios carmín. Por un instante recordé a mi novia, quién a menudo jugueteaba de igual forma con sus cigarrillos entre sus dedos huesudos. La similitud me desconcertó y sentí ganas de huir, sin embargo, ningún músculo de mi cuerpo se movió, ningún lugar de mi cuerpo se permitió la derrota.

Empezaba a mover los labios con movimientos semi-sensuales y sobre-articulados que revelaban una voz hombruna y discordante. Sus palabras me llevaron a lugares comunes: el pueblo donde nació y su mudanza a la rebelde Madrid. No me preocupé demasiado por sus palabras, ya que había encendido la grabadora segundos atrás. También me contó sobre su nombre de pila pero me hizo prometer que no lo divulgaría en el periódico, pues le daría vergüenza que sus padres leyeran en El País el nombre de su hija pródiga.

"Maldita la hora en que tomé este trabajo", pensé, y le di una larga calada a mi cigarrillo.

Observé su repisa repleta de maquillaje, un perchero lleno a tope con vestidos de lentejuelas y una boa de plumas rosa serpenteando sobre el perchero. Las plataformas talla 45 revelaban su identidad, un cabello negro y grueso construido en un peinado formado con laca de aerosol y en su bata de baño estaba inscrito su nombre artístico: Brigitte. Se miraba al espejo y se aplicaba sombra color esmeralda sobre sus ojos. Se acomodó el paquete impúdicamente y dijo:

-- Ahora, Roberto, pregúnteme lo que quiera...