martes, 12 de enero de 2010

VIDA DE PERROS
 
Durante un paseo de mi clase de fotografía, entramos en uno de los puentes más antiguos de la ciudad: el Puente Anauco --si mal no recuerdo, el primero.
Allí solía pasar una quebrada cristalina que abastecía de agua a la naciente ciudad de Caracas. Queda en la Parroquia de la Candelaria, a dos cuadras de la plaza, pero ya no pasa agua por allí... detuvieron la quebrada antes de la intersección de la Av. Panteón con San Bernardino. Pero me temo que no vengo a contarles la historia del Puente Anauco. 
Como venía diciendo, estuve en una salida de campo organizada por el profesor de mi curso de fotografía a tomar fotos al centro de la ciudad, la primera salida fue al Calvario, ese parque suspendido en que que se puede admirar todo el oeste de Caracas y sentir nostalgia por ella; la segunda fue a la Candelaria. Fuimos un grupo pequeño, porque varios disertaron por razones que desconozco. Entonces, caminamos desde el Liceo Andrés Bello por el frente del Sambil fantasma y llegamos al susodicho puente. El profesor propuso bajar y explorarlo; yo, que lo conozco de toda la vida, pensé que no sería una muy buena idea. Total que terminamos tomando fotos en ese lugar tan sombrío, lleno de graffitis ininteligibles dibujados con aerosoles por pandilleros de la zona. 
Ni un alma penaba por aquella bóveda convertida en paseo, hasta que encontramos a una pequeña perrita que limpia debía ser blanca, acurrucada sobre una plataforma de concreto.
De inmediato captó la atención de nuestro grupo --excepto la del profesor-- y todos sacamos nuestras camaritas digitales y lanzamos flashes a la perrita. Era una perrita bella, hermosa, de ojos tristes, que tenía miedo a los humanos... y no es para menos: yo también tendría miedo de los humanos si me hubieran abandonado a mi suerte, que es lo más probable que le haya ocurrido con la perrita. 
Las personas todavía no comprenden lo que representa tener un perro... a cambio de hacerte la vida un poco más feliz, le debes dar alimento... o por lo menos amor. 
Yo me acerqué sin miedo a la perrita, a pesar de que todos me aconsejaban que no lo hiciera porque quizá me mordiera; yo la verdad es que no tengo problema con que me muerdan los animales. Porque creo que si los animales fueran personas serían mejores personas que nosotros.
Imaginen a esta perrita vagando sola por las calles, sin un amo que la acaricie y que le diga que es lo mejor que le pudo haber pasado en toda su vida.





Rosi,
xoxo.

1 comentario:

  1. Awww que bella <3

    Yo me la hubiese llevado conmigo!
    Pucha, cómo dejan los pobres animalitos tirados a la suerte, que malditas esas personas.

    ...

    Voy a ir a abrazar a Faye :(

    ResponderEliminar