jueves, 29 de abril de 2010

EDWARD HOPPER: EMPTINESS ITSELF
La primera vez que vi un cuadro de Edward Hopper me quedé anonadada, de verdad. Pensé que él me entendía, aunque ya estuviera muerto; pensé que sabía cómo era mi vida (una sucesión de imágenes deprimentes que se van superponiendo, pero eso sí, con una composición brillante). Siempre me han gustado mucho las cosas minimalistas y las obras que van por la senda de describir la soledad, la nostalgia... en fin, todas esas cosas que me pasan casi a diario. Bien sea un paisaje urbano o uno campestre, siempre podemos hallar el aislamiento social como tema principal, el sinsabor de la rutina, las cosas que nos suelen deprimir. Es como si el tiempo se detuviera, para que Hopper lo pintara.
Edward Hopper fue un pintor estadounidense, quien nació en un pueblo ubicado a orillas del río Hudson llamado Nyack en el año de 1882. Nació en el seno de una familia burguesa y culta (según wikipedia) y en 1900 entra en el New York School of Art. Todas sus obras están caracterizadas por elementos temáticos como la soledad, además, un increíble sentido para las composiciones que reflejan la vida del americano durante principios del siglo XX. Sin embargo la técnica es impecable, aunque no tan pulida y que lo ubican como un realista, que a menudo usaba sus obras para mostrar su visión de la cultura americana. Muy a menudo pintaba a la ciudad de Nueva York y sus paisajes urbanos; aunque parece haber tenido una obsesión con los faros, trenes y puentes.
Lo encontré (o él me encontró) como quién no quiere la cosa. A pesar que mi madre tiene un postgrado en Artes, nunca entiendo muy bien quién es quién dentro del mundo del arte. Es más, todavía no le encuentro la diferencia entre lo que es arte y lo que no es. Pero el punto es que una noche entré al cuarto de mi madre, como en febrero, ella veía tele y ella estaba viendo el programa del señor que copiaba obras de arte. Estaban copiando a Edward Hopper. Estaban en un campo inglés, creo, y tres personas pintaban una casa, un bote y el mar al estilo hopperiano (me siento inteligente al usar adjetivos como hopperianos, kantianos...). Apenas viré mis ojos hacía el aparato, me embelesó esa sensación de emptiness que me causó. Terminé de ver el programa justo al frente del televisor, como un niño viendo una caricatura. No supe su nombre hasta que hablé con mi mamá, pero en un instante supe que hubiera sido el hombre de mis sueños. Bueno, no, pero casi. Amor a primer programa.

-- ¿Mamá, cómo se llama ese pintor? -- pregunté mientras pasaba el fondo negro con las letricas blancas que llaman créditos.
-- Hopper, ¿por qué? ¿Te gustó? -- asentí con la cabeza. Corrí a mi habitación y encendí la mac. 

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