viernes, 15 de octubre de 2010



Este relato corto lo escribí para mi clase de Taller de redacción I, le hice las correcciones que me anotó el profesor y aquí está la última versión. Gracias por leer.


CUARENTA Y TRES KILOS


“No voy a comer”, pensó Claudia mientas sus compañeras conversaban alegremente en la cafetería. “No voy a comer”, se repitió mientras una de las chicas contaba su viaje a Cuyagua con su novio. Claudia comenzaba a marearse y sólo escuchaba retazos de la historia. Cada vez que se sentía así, sacaba de su bolso un chicle sin azúcar para mitigar la sensación. Sus compañeras no sabían lo que pasaba por la mente de Claudia, y, por supuesto, no tenían idea de que llevaba cinco días en ayuno. Ella sabía que, llegado a ese punto, el hambre le haría perder la definición en su vista y que pronto toda esa charla basura se transformaría en sonidos ininteligibles. Pero ella nunca había ido tan lejos, siempre llegaban los atracones y luego un breve encuentro con la Diosa Mía, así es como Claudia denomina sus atracones seguidos de vómitos incontrolados sobre el retrete.
“No puedes comer, has llegado muy lejos como para echarlo todo a perder”, se decía Claudia cada vez que sentía ganas de abalanzarse sobre la empanada de María Gabriela o por lo menos beberse entero el café de Carolina. Sin embargo, su otra dios, Ana, no se lo permitiría y la castigaría con dos horas de spinning. “Qué suerte tienen ellas, no tienen que preocuparse por ser flacas”.
Carolina no parecía preocupada por la palidez de Claudia, siempre la había visto así. No se preocupaba, porque ella asentía con la cabeza y sonreía cada vez que ella resaltaba lo bueno que había sido su fin de semana, los besos ardientes sobre la arena y los detalles más íntimos… Los detalles, Claudia no quería saber los detalles. Nunca se sintió lo suficientemente atractiva como para coquetear con los chicos. Se sentía gorda y cada gramo de más la hacía sentir miserable y cada caloría la hacía permanecer despierta por la noche. Esa talla M en todos sus vestidos, esa grasa en el abdomen, esa grasa sobre sus muslos, esa grasa que ella piensa que todos le ven mientras camina. Cuarenta y tres kilos de vergüenza.

2 comentarios:

  1. cada mujer tiene su encanto.. y su peso nunca tendrá nada que ver en eso.

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  2. ¿Queeeeeeeeeeeeee? ¿5 dias sin comer y tan solo estaba mareada? No me parece. No entendí muy bien si el ayuno significa no comer en el dia y en la noche si, como los árabes, o no comer en lo absoluto. Si tenía 5 días completos sin comer no podía estar tan serena, debería estar casi desmayada, digo yo.
    De resto esta depinga, eso me pasa a mí también cuando tengo hambre y una persona me está hablando mucha paja, no me concentro en nada de lo que me cuenta y solo quiero lanzarme encima de un balde de comida y comer como una desesperada. Sorry por la imagen, yo tengo mucha clase.

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