viernes, 22 de octubre de 2010

Para esta publicación voy a tener que dar una explicación convincente. ¿Por qué? Simplemente porque no está lista, pero siento que debo deshacerme de ella, dejarla volar porque ha pasado mucho tiempo conmigo. 
Primero, quiero que sean objetivos con lo que van a leer, quiero que estén claros de que no sucede mucho en la historia y que se limita a la "descripción" de un momento y de un ambiente en específico. Además es algo de lo que nunca había escrito antes y quería experimentar al respecto. Surge de mi necesidad de la experiencia, de ponerme en los zapatos de los demás, hasta donde me sea posible. Si no les gusta, háganmelo saber, porque la publico totalmente ignorante de lo que realmente le hubiera pasado a estos personajes. También pueden sugerir cosas. 




Una mujer mira el televisor como hipnotizada, unos rayos de luz coloridos se reflejan en la pared de ladrillos que se encuentra frente al artefacto y atraviesan a esta mujer de noventa y siete kilos —aunque ella siempre mienta y diga que pesa ochenta y nueve delgados kilos. Ahora está viendo la telenovela, le encantan los besos que se dan los protagonistas. Mira el televisor como quien está en el balcón observando por inercia a los transeúntes, a pesar del alboroto de los demás.

— Qué bellos se ven juntos... —dice la mujer en voz alta pretendiendo que su madre la escuche, aunque ella está en la cocina terminando de darle los toques finales a una cena para siete, no puede escucharla. Luego suspira, porque no ha tenido novio desde que Alexis la dejó. Por unos segundos se imaginó que ella era una de estas mujeres de telenovela besando a un galán “muñequitodetorta”. O a Alexis.
En el televisor apareció la imagen que demarca el final de un episodio de la novela. Su estómago rugió y pensó que debería ir a comer. Esquivó algunos recipientes de plástico que contenían las gotas de lluvia para que no se derramaran por el piso, y llegó a la cocina.
Su madre escuchaba en la radio a Maelo Ruíz mientras servía los platos repletos de carne guisada y arroz. Sus dos hermanos y sus amigos se llevan sus platos y se sientan frente al aparato antes mencionado.
Yamileth se sentó en la cocina junto a su madre y empezó a mezclar distraídamente la carne y el arroz con el tenedor, mientras escuchaban una armoniosa mezcla de Maelo y el caer de la lluvia en el techo de zinc.

“Te va a doler,
tarde o temprano ya verás lo que te toca.
Cuando tu piel ya no le excite,
y te abandone.
O al descubrir con amargura
que tiene a otra.”

2 comentarios:

  1. "Una mujer es mira el televisor como hipnotizada" hay un errorcito ahí madresita corrígelo.

    Sigo. Me gustó, es chévere, relajado, es sumamente real. Lograste darme una MUUY buena imagen visual, pude colocarme en la situación. Me gustó.

    Pd: Adoro a Maelo Ruiz.

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